A veces nos equivocamos y a veces nos equivocamos pensando que demasiadas veces los textos comienzan por un a veces y que nosotros deberíamos situarnos más allá de esos machacados lugares comunes.
Pero otras veces, aún equivocados, decidimos simplemente seguir adelante con todas nuestras equivocaciones a cuestas y dejamos de pensar que demasiadas entradas de blog empiezan por las mismas dos palabras.
Empezamos entonces a darle vueltas a la idea de que no somos tan especiales, que en todas partes se cuecen habas y que toda nuestra triste historia se parece una barbaridad a la triste historia del vecino de enfrente porque, al fin y al cabo, a todos nos une, por suerte o por desgracia, este don que Dios nos dio de la condición humana y otros quebraderos de cabeza.
Ayer veía el primer episodio de la serie Abstract en la que un ilustrador hablaba sobre el proceso creativo. Cada vez que alguien habla de un cómo, todo mi Yo saca la artillería más pesada dispuesta a descargar balas a la primera orden, por inaudible que esta sea. Me corroe la envidia, sí, ese alemán neurótico con rasgoss obsesivo compulsivos ha conseguido vivir de su arte y yo no. Vale. Es un hecho. Asumámoslo. Pero no, la mente no se detiene ahí, eso sería demasiado verdad y la verdad no nos gusta. A la mente le gusta mentir, mentirse, así que me dije "No, no soporto a la gente que habla sobre cómo hacer arte, sobre el arte como concepto en sí, porque el arte es liiiiibre y cada cual es un artista en potencia y este tío está loco y documentales hipsters de este estilo sólo sirven para engendrar artistas potencialmente frustrados o refrustrar a los que ya lo estamos y la-vida-no-es-justa-y-el-arte-es-otra-cosa..." En fin. Este metanálisis del metanálisis bien podría haberse extendido hasta el infinito, porque ya nos conocemos y, al menos en mi cabecita, los pensamientos de autoengaño pueden tener las mismas posibilidades de expansión que el propio universo.
En términos objetivos, la serie, al menos en su primer capítulo, mola un montón. Las ilustraciones del tipo son,en muchos casos, auténticas genialidades y si uno es capaz de separarse de su propio ego artísitico mientras lo ve y dejar de proyectar sobre el alemancito en cuestión todas sus situaciones no resueltas entorno a la realización artísitica, puede sacar grandes ideas y deleitarse enormemente en el exquisito arte que, al margen de las ilustraciones del amigo germano, el documental goza en sí mismo.
Con todo esto vengo a decir que escribir, como cualquier otra forma artística, tiene también algo de martirio y que es muy probable que, poco o nada importe a mucha gente lo que alguien llamado Nadie en un blog con el mismo nombre tenga que decir respecto a la vida y la muerte, pero que por hacerlo nada se pierde nada y si acaso, de algo servirá a alguien ver que no es el único envidioso del planeta.
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