Hay un hueco entre mi pecho y el mundo.
Cada día al despertar ese hueco me habla y me recuerda que sigue ahí.
A
veces tengo la certeza de que ese vacío se alimenta de sueños, que está
hecho de una materia desmaterialazada similar a ellos y que las
surrealidades que vivo cada noche se encargan de nutrirlo.
Otras
veces me parece que el hueco es lo más real de todo lo que soy, lo más
verdad de todo lo que existo y que los sueños me transportan cada noche
hasta el punto de partida de lo que debería ser mi verdadero camino y no
los atajos que suelo tomar para disimular la distancia que de hecho
existe (y puede que sea lo único que verdaderamente existe) entre mi pecho y ( )
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