Babies
es un conjunto de imágenes sin más propósito que quedarse pegado a la
vida un rato, por paradójico que sea pegarse a la vida mirando la tele.
En mi casa hemos instaurado un nuevo mantra: Ponijao. Quien vea esta secuencia de fotogramas captará su mágico poder al instante.
Me encantan los bebés, sí, puedo reconocerlo sin pudor y sin vergüenza alguna. Tengo 28 años, estoy de sobra en edad de procrear y cuando escucho los incomprensibles, pero purísimos y claramente entendibles gorgojeos de una cría de ser humano, se me conecta todo el cuerpo a una única realidad. Me fascina esta comunión, es más fuerte que todo.
No
está de moda decir estas cosas. Sé que me pongo en el punto de mira de
miles de prejuicios. En realidad no, porque muy poca gente lee lo que
escribo, pero la expresión forma parte de la naturaleza humana, eso en Babies queda más que claro.
Más
que no estar de moda, hay que andarse con pies de plomo al hablar de
estas cosas. En estos días todo el mundo parece tener muy claro lo que
el resto de todo el mundo debe hacer con su vida. Esto incluye de manera
muy efusiva en los últimos tiempos a las mujeres y sus diversas maternidades.
Según avanzo ya voy sintiendo cómo se van enlodando mis pies. Ahora es cuando suelto lo que enciende las alarmas de muchas mentes, pero un segundo por favor, denme un segundo, piano piano...prego...
Yo quiero ser mamá. Quiero ser mamá por encima de cualquier otro objetivo en mi vida (uf, ya lo he dicho) ¡Descerebrada!¡¿Y el dinero de dónde lo sacas!? ¡Y tu libertad! ¡Y tu carrera! ¿Vas a depender de tu chico? No lo sé, no me importa, es lo que deseo, luego ya veremos.
Todos estos juicios me dan mucho muchísimo que pensar y últimamente ha nacido en mi interior un sentimiento que va bastante más allá de corrientes feministas y maternidades.
Yo quiero ser madre porque desde lo más profundo de mí lo siento parte del camino hacia mi libertad personal. Porque no hay en este momento en mi existencia nada que me conecte más a la vida y a mis semejantes que seguir perpetuándola y creyendo en ella. Ese sentimiento arraigado y mucho dentro de mí, guía clarísimamente mi camino más allá de lo que cualquier corriente feminista o dogma socio-cultural pretenda sugerirme e incluso imponerme de manera consciente e inconsciente.
Es algo que me cuesta mucho expresar sin caer en la constante auto justificación y quizá sea el tema que más me ancla los pies a Tierra cuando se trata de ser firme a la hora de decidir vivir sin estar defendiéndome de juicios ajenos de manera indefinida.
Sí, yo deseo ser mamá más que nada y seguir escribiendo sobre lo que sienta sin culpas ni arrepentimientos. Y también deseo un mundo en el que todos estos y muchos otros anhelos nacidos de las profundidades de un amor difícil de explicar, pudieran materializarse sin tener que entrar en inmensos debates argumentativos. Desearía que toda esa racionalidad se usara para poner en marcha las herramientas sociales necesarias para que los individuos dejáramos de juzgarnos y autojuzgarnos, viviendo a la defensiva, en cualquier decisión personal que tomamos. Que esas mismas herramientas nos permitieran ser capaces de construir con ellas sociedades más habitables y armónicas que reconozcan y acepten la interdependencia entre sus seres y la necesidad y derecho a ser libres de todos los animalillos y otras especies que las habitamos.
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