lunes, 18 de junio de 2018
Me pregunto quién será la señora que vino a visitarme esta noche
Me asusté, y mucho.
Sueño un montón, pero no son tan frecuentes en el repertorio las pesadillas de taquicardia y sudor frío, las que te despiertan porque sino morirías seguro.
Estaba en casa de mis padres, en la cama donde siempre he dormido junto a mi hermano y yo sabía, estaba segura de que alguien se acercaba por el pasillo.
Yo dormía de lado, con la mirada hacia la puerta inusualmente abierta. Afuera totalmente oscuro sin casi negro.
Terror es poco decir para describir lo que atravesaba mi cuerpo.
Al fin lo que se acercaba por el pasillo se asoma por el marco de la puerta. Era una enfermera, más bien rellenita, vestida con uniforme de pantalón y camisa azul de hospital del mismo color que sus ojos extraordinariamente claros y saltones. Su cabello era negro, con un corte similar al mío y su piel muy blanca con algún colorete desperdigado. En su cara se reflejaba un susto similar al mío, pero como congelado en su gesto. Ella entera era luminosa, aunque suene a tópico lo siento, me ciño a los hechos.
Ahí me he despertado. La señora no me ha hablado, pero me ha dejado para todo el día ese cuerpo extraño que dejan los sueños más intensos.
No sé cómo interpretarlo, normalmente cuando un sueño me impresiona tanto vomitarlo con detalle me basta para procesarlo, pero hoy no se ha dado el caso. Se ve que es un miedo en el que no avanzo: mi profesión mezclada con las personas con las que debo compartir lugar de trabajo (aunque esta señora no sé de dónde ha salido)
También me intriga el detalle con el que me ha quedado grabada una persona que yo juraría no haber visto en mi vida o cómo el cerebro ha elaborado en cualquier caso tan minuciosamente a todo un personaje, con su físico su químico y todo ese mogollón.
No me saco a esta señora. A algo habrá venido. Pero la próxima vez que no dé tanto miedo por favor.
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