miércoles, 6 de junio de 2018

Me voy a Argentina

Siempre que escribo en blogs me convierto en otra persona, o al menos, muto en un 50% de mi ser, así ya no soy quien quisiera ser, o me invento quien pude haber sido en un momento dado y no me atreví del todo o del nada más bien.
Pero en Setiembre me voy a Argentina y se me hace tan grande, tan esperado y tan extraño, que me toca vestirme en mi piel porque no veo otra forma de llegar hasta allá.

España queda atrás, donde quiero dejarla por muchas razones y siento que mi cabeza ya está habitando el país que apenas acaricié durante cuarenta días hace ocho años.

¿Y ahora qué? ¿Qué hago yo ahora?

Aparte de volverme loca o más, no se me ha ocurrido nada  fructífero que hacer. Claro que hay mil papeles previos, ochocientos preparativos de cosas y cosas y más COSAS, pero ya sé que cuando todo eso esté resuelto y esté en un avión y todo quede atrás,ahí sentada quedaré yo y las cosas volarán conmigo, en otro compartimento y varias carpetas, que es el verdadero lugar al que pertenecen.

Se acabó todo en España. Aquí se va a quedar. Y están el whatsapp y el Skype para las personas queridas, pero ya no habrá más Salburua en primavera, delicias de Artepan, la playa de Algeciras y cincuenta mares más, los mejillones de Galicia, los cines Florida, esa gran amiga y la otra y la otra que quedarán como un ramo de pequeñas flores silvestres en la memoria, las más preciadas.

Sé que las volveré a ver, sé que podré reencontrarme con todo, pero sé que no será igual, será una visita, fuera de la cotidianidad de todos los días y eso genera un vértigo extraño.

Adonde voy me voy por amor, amor AMOR, amor del que hace mejor los días, todos los días, hasta los más densos. También me voy por confianza y fe ciega en la vida y sus oportunidades.

Me muero de ganas de ir Argentina, me iría ya mismo y no me permito esta locura, este no saber estar en mí misma porque ya tiene fecha, porque el tiempo aquí se ha terminado, hace tiempo que se le pasó la fecha de caducidad. Los días se hacen largos y muchas veces sinsentido, mi proyecto está en otro lado y mi cabeza mucho más allá, tan lejos que puede que de la vuelta entera y llegue de nuevo hasta España.

Me voy a Argentina y tengo un nudo en la tripa y creo que ese nudo es una cuerda atada por mi cabeza que no permite soltar lo que estalla en mis vísceras y que huele a algo parecido a la felicidad. Oh, felicidad, otra de esas asquerosas palabras, como amor, cómo te vas a atrever a decir esas cosas, tan coacher, tan lugar común. En fin, habrá que reinventarlas, pero hasta ahora y hoy no se me ocurren otras.

Me voy a Argentina y ya está y esa frase se ha inyectado en mi cabeza en dosis letales hasta que llegue el día y entonces por fin llegue la cura y soltaré un aliviado

“Ya estoy acá”

Y entonces ¿Qué?


No hay comentarios:

Publicar un comentario